No huye el que se retira, Sancho…

«En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero olvidarme, no ha mucho tiempo que trabajaba un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y Opel corredor…»

Pese a que en muchas ocasiones lo tacharon de insensato, de imprudente, de loco, estuvo cerca de dos años plantándoles cara a pingüinos gigantescos, salamandras despiadadas y demás devoradores de letras sobrevaloradas e impresas a toda prisa sobre papel barato. Frente a tales rivales, no le quedaba otra opción que recurrir a un arma secreta: ponerle todo su cariño e imaginación a cada escrito, a cada foto con telón negro de fondo, a cada “@” para no dejarse a nadie en el tintero, a cada “querida librería”… Y así, día tras día, junto con sus implacables compañeros de batalla marketiniana, aportó su granito de arena para seguir convirtiendo en guerreras-de-primera-línea-de-estantería a las editoriales de corazón e ilusión enormes que formaban su ejército. Y todo esto, sin perder la sonrisa. Esa era la clave. ¡Menudo equipazo!

Pero una tarde cualquiera, sin venir a cuento, como casi todo lo que hacía en la vida, el hidalgo decidió seguir avanzando… Se enfundó su armadura oxidada, se echó a la espalda su escudo y espada mellados, y continuó su camino. Sí, ese camino de baldosas amarillas que jamás se cansaría de recorrer de arriba abajo en busca de puertas abiertas, incluso las que antaño escuchó cómo el aire cerraba a su espalda. Porque a este mundo había venido a permanecer en movimiento, por mucho que le gustasen el olor a libro nuevo y el sabor a relato viejo. Y se marchó.

Dejó atrás gente maravillosa, entregada y comprometida con la lucha librera, personas que sabían más que nadie de historias contadas y por contar, muchísimo más que él. Así que partió tranquilo, contento y arropado por los que se quedaban para proteger el reino. Convencido hasta el yelmo de que lo dejaba en buenas manos.

Adiós, amig@s, adiós. ¡No tengo duda de que nos volveremos a encontrar entre las páginas de venideras aventuras! ;)

«Vale».

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