Hay momentos en que la suerte pasa a nuestro lado. Cierto es. Lo que sucede… es que, la mayoría de las veces, nos pilla mirando lo que hacen los demás; o lo que es peor, lo que dicen que hacen… y no nos damos cuenta de que ahí estaba nuestra oportunidad. Que, por gilipollas, la hemos dejado escapar. De nuevo, viejo.
Esta “paulo-coelhada” viene porque ayer fue un día de ésos en los que te sientes solo. Sí, sí. Ese, o, ele, o: SOLO. No había motivo aparente, pero así era. Y, casualmente, iba yo paseando por Madrid, con la esperanza de que me diese una insolación y librarme de una vez por todas de mi sufrimiento… hasta que, de pronto, me topé con aquel extraño cartel colgado en la puerta del Teatro Lara: “SOLE…SOLA”. Y me dije: “¡Es una señal! ¿Qué digo señal…? ¡Es una puta carambola del destino!” Así que, dejé lo de morir para otro día… y me metí pa’dentro.
La trepidante hora y poco que duró la interpretación explosiva de aquella muchacha en camisón; cantando, comiendo y hablando sin parar sobre un diván… me abrió los ojos, la neurona y la boca:
Cuando uno se siente eso, solo, hace lo peor que puede hacer: meterse en Facebook o Twitter para ver lo felices que son los demás; con sus borracheras de tres días y tres noches, sus pies en la playita con el superingenioso comentario de “Aquí, sufriendo…”, sus besos de amor eterno a contraluz (pfff… no te lo crees ni tú), sus doscientos sesenta selfies poniendo morritos con un acantilado increíble al fondo, o comiéndose una puñetera paella a rebosar de marisco, rodeados además de un montón de amigos brindando por la vida… ¡¡MENTIRAAAAAA!! ¡¡TODO ES MENTIRAAAA!! Pero qué bien sienta sentirse el ser más desgraciado del planeta, ¿eh…? ¡¿Dónde está el maldito helado?!
Es fácil. Nos escondemos detrás de una foto de perfil, taaan retocada, y pensamos tanto cada una de las palabras que escribimos en las redes sociales… que a ver quién es el guapo que sale luego a la calle con su careto de verdad y su lengua de trapo. ¡Levantemos el teléfono! Lo tenemos levantado hacia el Señor… ¡Es justo y necesario! En verdad, es justo y necesario… ¡Y LLAMEMOS AL PSICÓLOGO, JODER!
Me hago gracia a mí mismo cuando hablo con alguien que está triste porque le ha dejado su pareja, y yo trato de animarle diciendo: “Lo que tienes que hacer, alma de cántaro… es aprender a estar solo. Ya verás cómo la gente se acerca a ti.” Esperad, esperad… que no acaba ahí la tontería. Pues, con dos cojones, concluyo: “Mírame a mí. Me llevo tan bien conmigo mismo… que, cuando no tengo a nadie con quien quedar, yo me basto y me sobro.” ¡¡QUÉ MENTIRAAAAA!! ¡JAJAJAJAAAAAAAA!
Lo dicho, chicos/as/macetas… si queréis recibir una dosis de realidad, emoción, descaro, cante, originalidad, dulce, salado, lagrimilla y risa, mucha risa… dejaos caer cualquier lunes de mierda de éstos por ese mítico teatro de Madrid. Quién sabe… lo mismo, en lugar de encontrar la tan ansiada muerte en soledad que buscáis, os levante la falda el golpe de aire fresco que necesitáis.
Cuando tienes muchos compromisos o pareja se ansia la soledad, e igual pasa a la contra. El hombre es una animal social, no sabe vivir solo y busca la identificacion con la pareja o el grupo y eso innegable, igual que para algunos no tener nuestras etapas o ratos solos se nos hace insoportable.