Qué miedo le tenemos a la soledad, amigos. Pavor, diría yo. Pero nos equivocamos… A lo que tememos en realidad es a estar a solas con nosotros mismos. Aguantarnos. Soportar nuestras estupideces, manías, mentiras y rutinas. Y, de lo que no somos conscientes es de que, para que los demás nos acepten, primero debemos hacerlo cada uno a sí mismo.
Nadie se queda solo si no quiere (aunque tampoco te vendría del todo mal por un tiempo). Hay millones de personas ahí fuera esperando a que les digas un simple “Hola”. Lo de la isla desierta sólo pasa en las películas. Si quieres gente alrededor, sólo tienes que apuntarte a uno de esos cursos tan divertidos de macramé… o registrarte en un par de los cientos de redes sociales que hay hoy en día. ¡No me vengas con ésas! Pero quiero que entiendas que, a no ser que quedes contigo mismo más a menudo… nadie te llenará al final; y los que quieres que te quieran no te querrán como quieres que te quieran. (¡Me encanta esta frase!) Más que nada, porque cómo van a hacerlo si ni siquiera tú sabes quién eres ni qué quieres.
Estoy harto de ver a personas increíbles conformarse con poco, o con nada, que en algunas ocasiones es lo mismo, por miedo a quedarse solas… Sufrir relaciones de tóxica amistad o de amor muerto, por el maldito «más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer». Salir de historias tormentosas para meterse en seguida en otras huracanadas, destinadas a naufragar. Besar mil bocas, perdiendo la oportunidad de besar un corazón. No entienden que la soledad nos hace grandes. Nos hace valorarnos, odiarnos, conocernos, querernos tal y como somos.
No hay que olvidar que la soledad aleja a la gente corriente, pero acerca a la gente correcta. Y os lo dice un individuo al que le encanta estar rodeado de gente de todo tipo, pero que tiene la gran suerte de llevarse estupendamente consigo mismo… La mayoría de las veces.
Pero, lo peor de todo, es que el miedo a la soledad desprende un olor característico… Sí, sí. No pongáis esa cara. Al igual que los perros huelen el miedo a ser mordido por ellos, los humanos detectamos el miedo a que les dejemos abandonados en una gasolinera. Y no, no hay nada peor para mantener a alguien a tu lado, que dejarle claro que que estéis juntos depende sólo de él o de ella… Creedme.
Que sí, que la procesión va por dentro, y que asusta mucho poder perder a quien quieres por echar un órdago sin cartas… Pero ya sabéis: “Jugador de chica, perdedor de Mus”.
No dudéis. Cabeza alta. Espalda erguida. Ojos al frente… Y jugáosla. Al fin y al cabo, lo peor (o lo mejor) que puede pasar es que os quedéis solos… Con la única compañía de ésos a los que, si les dais el tiempo que se merecen y necesitan, tarde o temprano entenderéis y perdonaréis; y sólo entonces, las personas que valen la pena no os querrán tener lejos ni un minuto de sus vidas.
Y al que no le guste, que no mire. ¡Hombre ya!
Totalmente de acuerdo,
El día que no lo estés… algo habré hecho mal fijo, amigo! :) Un abrazo!
Me gusta.
Saludos
Gracias. Cambio y corto. jaja! Gracias por estar por aquí, como siempre! :)
«La soledad aleja a la gente corriente, pero acerca a la gente correcta»….cierto es.
Non je ne suis jamais seul avec ma solitude……..
Amiga incondicional donde las haya. (Ah, y no me cambies de idioma ahora que ya me aclaro más o menos con el inglés… que me conozco y termino en París, jodío! jaja!) Un abrazo!!
Pues no estaría mal ese destino, que con tanto inglés te van a salir las beans por las orejas. Y si te vas a dejar querer, las francesas lo hacen muy bien ;-).
Suerte y ánimo!!