Una sacudida me sacó de golpe de mi primer sueño, haciendo que mis párpados saltasen como un resorte. Alrededor sólo oscuridad. Por lo que parecía lo había conseguido: me había reencarnado. Otra vez…
Ahora sólo quedaba averiguar en forma de qué animal había vuelto a la vida. Ojalá no fuese una hormiga como la última vez. Aún me dolía la espalda de las panzadas a transportar semillas y hojas que me daba de sol a sol… Uf, por favor, otra vez no. Con bastante esfuerzo pude separar un par de extremidades superiores de mi cuerpo… También pude mover un poco otras dos inferiores que encontré, pero estaban totalmente entumecidas por la incómoda postura. ¡Genial! ¡Soy un bicho de cuatro patas! Esto pinta bien…
Intentando hacerme hueco dentro del vientre que estuviese, traté de tocarme la cara a ver si podía discernir un poco más de qué “me” trataba. Veamos… Lo primero que percibí fue una piel bastante rugosa, imagino que debido al típico acorchamiento provocado por el líquido amniótico. Poca pista era ésa. A ver… Dos ojos bastante desproporcionados con el resto del rostro. Un hocico con dos agujeros considerables, y una gran boca… ¡Ay, esto está lleno de dientes afilados! No, no, no… ¡Un tiburón, no! Por favor, por favooor… Ah, no, que aquí tengo un par de orejitas diminutas. Y además, si tengo manitas no puedo ser un pez. ¡Tomaaaa! ¡Menudo aburrimiento sería! Una vez fui un salmón, y me harté de tanto nadar contra corriente río arriba, para al final acabar entre las zarpas de un oso gris. Menuda absurdez. Sigamos… No, pelo no tengo. ¿Plumas? Tampoco. ¡Pero bueno! Qué raro soy, ¿no? A ver si es que todavía estoy tierno y me queda un montón para nacer… ¡Espera! Tengo una idea para ir descartando posibilidades, me animé…
Con la palma de las manos tanteé la pegajosa superficie del lugar donde me encontraba y traté de empujar… Nada, no se deformaba. Con los nudillos di unos golpecitos. Estaba duro… ¡Ay, madre, que estoy en un huevo! ¡Soy un pájaro! ¡Soy un pájaro!, canturreé entusiasmado. Pero al recordar que tenía morro y no pico, se me cayó mi pequeña alma de bicho-por-determinar a los pies. ¡Cáscaras! Siempre había querido ser un halcón… ¡o un pollo aunque fuera! ¿Os imagináis lo que debe de ser poder volar? ¡Menuda pasada! Bueno, he de reconocer que en una de mis vidas anteriores fui una mariposa; pero en aquella ocasión tuve tan mala suerte… que los dos míseros días que duró mi existencia hizo un tiempo de perros, y no pude apenas moverme del capullo tejido por el gusano que había sido la semana anterior. ¡Una faena, la verdad! Inconscientemente, al recordar aquella escueta reencarnación en polilla mojada, me llevé las manos a la espalda y… Oye… ¿Pero qué hay aquí detrás…? ¡La virgen santa! ¡Pero que tengo alas! ¡Qué ilusión! ¡Oooééé, oé, oé, oééééé…!
Entonces se me encendió la bombilla: ¿un murciélago? ¡No me fastidies, hombre! Pero qué bicho más asqueroso… ¡No había otro, no! Pffff… :( Hala, a pasarme la vida colgado bocabajo, saliendo sólo de noche, compartiendo cueva con miles de hermanos feos a más no poder, oliendo a guano y chupándole la sangre a la gente… ¡Espera, espera! Estos animaluchos son mamíferos y yo estoy en un huevo. Y eso quiere decir… ¡que no soy una rata con alas! Ay, qué susto me había dado…
A todo esto… Hace un poco de calor aquí dentro, ¿no?, pensé. Acaricié con delicadeza el caparazón que me envolvía. Estaba ardiendo… Entonces empecé a aporrearlo a la vez que levantaba la voz: ¿Holaaaa? ¡La de ahí afuera! ¿Se me escuchaaaa? ¡Madreee!!! ¡Que se te van a cocer los huevos…! ¡jjjaaaaa! ¡Qué buena ha sido ésa, colega!, me dije a mí mismo. (Cuando fui persona hace años era el mejor contando chistes, no os creáis… Hasta que la fama se me subió a la cabeza y la palmé de sobredosis.) Pero nada, ni caso. Cada vez subía más la temperatura. Algo parecía no andar bien por el exterior. ¿O era por el interior…?
Expandí todo lo que pude mis alas -que eran bastante grandes, por cierto-, mis piernas, y también mis brazos, presionando las paredes. (¡Ostras! Menudas garras que gasto… ¡Y eso sí que es una cola!, exclamé al escuchar cómo mis uñas rechinaban al contacto con la cáscara, y notar cómo una majestuosa cola aparecía por detrás de mi trasero.) Pero el huevo estaba duro de narices, y cada vez más caliente. Golpeé con fuerza las paredes, pero ni se inmutaban… Me zarandeé. Berreé y grité con todas mis ganas, casi con desesperación… ¡Déjame salir! ¡Que ya estoy hecho! ¡Socorrooo…!
Y de pronto sucedió algo alucinante: sin saber cómo, el último alarido de súplica que salió de lo más profundo de mi garganta se transformó en una gran llamarada azul y verde… que a mí me hizo cosquillas, y al cascarón añicos.
Sí, ¡era un dragón impresionante! Flipad. :O
Alucinante……
Besos.
joder que imaginación, al poder, al poder
Ten cuidado de no quemarte con las babas ;)
No te preocupes… Aprendo rápido! :)
Sorprendente una vez más. Que gran imaginación llena de fantasía.