De mi madre, además de las orejas, saqué el defecto de llegar siempre tarde… Aunque bueno, más que un defecto, a mí me gusta considerarlo una virtud. Creo que las personas que tardamos, simplemente somos más Optimistas que el resto de los mortales. Pobres puntuales infelices…
Sí. Desarmamos las teorías matemáticas y físicas sin miramientos. Nos autoconvencemos de que si del punto A al punto B hay veintisiete kilómetros, nuestro Nissan Micra (que puede alcanzar los 240km/h en poblado, sin lugar a dudas) podrá recorrerlos en ocho minutos; pues, obviamente, no habrá ni un semáforo cerrado, no será la hora de salida de los niños de todos los colegios, no tendremos que volver a casa a por la cartera que nos hemos olvidado, y ya que estamos allí otra vez… no haremos una parada técnica en el baño por si acaso.
La impuntualidad también tiene más ventajas, no os creáis: exprimimos cada segundo del día, pues no tenemos que esperar a nadie, que es un coñazo, y además te ahorras pasar frío o calor; algo totalmente innecesario. Nosotros jamás “matamos el tiempo”… ¡lo revivimos!; más que nada porque no nos sobra tanto como a los velociraptores. Y por último, somos más creativos debido a todas las excusas que hemos tenido que inventar a lo largo de nuestras vidas: <<No te lo vas a creer, Cari… pero, pese a que he salido hace una hora –porque no quería hacerte esperar…– he tenido que pararme un momentín a salvar a la Humanidad de un ataque extraterrestre inminente… Y claro, ya sabes el papeleo posterior que esto conlleva con la Guardia Civil y la NASA.>>
No entiendo que la gente se moleste tanto con nosotros por esta irremediable desventaja competitiva con la que nos ha dotado la naturaleza, para compensar tantas y tantas cosas en las que somos los mejores. Creen que es algo que podemos controlar. Y se equivocan. No son conscientes de que nacimos defectuosos, enfermos, distintos… Que las manecillas de nuestros relojes están rotas de tanto tratar de adelantarlas para complacer a este impaciente mundo. ¡Que no lo hacemos a propósito, de verdad! Que no queremos faltar el respeto a nadie… ¡¿Pero no se dan cuenta del daño que nos provocan con sus hirientes palabras de reproche, incluso cuando llegamos dentro de la “media hora de cortesía…”?! (jaja!) ¿A que a un cojo no le regañaríais si no se presenta exactamente a la hora H del día D? ¿Ni le dispararíais esa afilada frase que tanto os gusta a los esperadores: “¡Pues haber salido antes!”? Esto es lo mismo.
Sí, amigos. Querednos como somos o seguid enfadándoos tantas veces como lleguemos tarde… Pero recordad que, como dijo Shakespeare: “Tan a destiempo va el que llega muy pronto, como el que se retrasa demasiado”, o como digo yo: «Lo bueno siempre se hace esperar.» ;)
Pero qué morro tienes!!! Jajaja, menos mal que eres súper salao ;-)
No podía ser perfecto, jolín!! jaja!
no se si mi comentario llegará demasiado tarde… pero por si acaso no es como tú: felicidades!
jaja
Que yo llegue un poco tarde, o muy tarde… solo depende de quien espera! jaja!! Gracias amigo!! ;)
en una quedada entre tu y yo no se quien esperaría. Ya te contaré una de las muchas llegadas tarde.
No voy a apostar porque me he destinado gran parte de mis ahorros a cebar un poco más al maldito gordo de navidad… :( Pero me da a mí que iba a estar nivelado! jaja!
Por muy bonito que lo cuentes, que lo haces !! no cuela !!! ja..ja..pero lo cierto esque me encanta leerte , besos y FELI CIDADES….
Tenía que intentarlo! jaja!!
Jajjajajajaja… lloro de la risa! Será porque me siento identificada? ;)